Tecnología y eutanasia: técnicas para poner fin a la vida de una forma más humana

Translation into Spanish of an interesting article by Brian Martin, Ph.D. in theoretical physics from the University of Sydney and Professor of Social Sciences at the University of Wollongong. Brian Martin is the author of 12 books and hundreds of articles on scientific controversies, nonviolence, dissent, information problems, and other topics.

euthanasiatechnologytranslation into spanish
8 August, 2022 Right to a technology-assisted death.
8 August, 2022 Right to a technology-assisted death.

A free translation by Chema, a Spain-based translator specializing in English to Spanish translations

An original text written by Brian Martín, originally published in
https://www.bmartin.cc/pubs/10bsts.html

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Artículo publicado en Boletín de Ciencia, Tecnología y Sociedad, vol. 30, No. 1, febrero de 2010, pp. 54-59. PDF del artículo publicado

Publicaciones de Brian Martin sobre la eutanasia
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Resumen

Los que defienden y los que se oponen a la eutanasia han discutido mucho sobre si debería legalizarse o no. En Australia, a mediados de la década de los 90, tras las primeras muertes por eutanasia legal en el mundo, el doctor Philip Nitschke empezó a dar un enfoque diferente: una serie de tecnologías que puedes utilizar tú mismo para morir con dignidad. El gobierno australiano se ha opuesto a este enfoque, censurándolo de forma contundente. Los esfuerzos ciudadanos liderados por Nitschke tienen la capacidad de hacer que la eutanasia pase de ser un debate a una lucha por unas nuevas tecnologías.

1. Introducción

A lo largo de la historia, el debate de la eutanasia ha estado siempre muy presente (Dowbiggin, 2005). Los defensores actuales argumentan, por lo general, que las personas tienen derecho a morir en el momento y lugar que elijan. En lugar de pasar sus últimos días en un hospital o residencia de ancianos, posiblemente, con dolor, falta de aire, y sin dignidad ni autonomía, muchas personas prefieren morir en casa entre amigos y familiares, de forma digna y bajo su propio control, en el momento que ellos elijan. Los defensores abogan por la legalización de la eutanasia voluntaria, con controles estrictos para garantizar que el consentimiento se dé libremente y no se distorsione por una enfermedad mental.

Los que no están de acuerdo argumentan que la eutanasia debería seguir siendo ilegal, porque es demasiado fácil desviarse por el camino de la eutanasia involuntaria de personas con demencia u otras discapacidades, como ocurrió con el programa nazi de eutanasia que mató a cientos de miles de personas con discapacidades intelectuales y físicas. Los que están en contra se enfocan hacia la alternativa de los cuidados paliativos, los cuales pueden hacer que morir sea cómodo y, por lo general, sin sufrir dolor.

Los argumentos a favor y en contra de la eutanasia y el suicidio asistido por un médico han sido examinados y argumentados de forma exhaustiva (Yount, 2007). Mi objetivo aquí es diferente: analizar el papel de la tecnología dentro de un nicho particular de la lucha por la eutanasia, en concreto, con el doctor Philip Nitschke y su organización Exit International. En la mayoría de los conflictos sobre la eutanasia, la tecnología es el telón de fondo de los debates y campañas legales y éticas. Con Nitschke y Exit, la tecnología se ha convertido en un medio clave para darle un empujón a la campaña. Pero los oponentes han respondido.

Empezaré con una breve descripción de los antecedentes del debate actual sobre la eutanasia, especialmente el papel de la tecnología. Después describiré el papel que ha tenido Nitschke al recurrir a la tecnología como un camino mejor para la eutanasia, seguido de los métodos subsiguientes, principalmente en Australia, sobre el acceso a una muerte digna. Para acabar, comentaré el impacto que tiene el activismo de los ciudadanos y la tecnología.

2. Muerte y Tecnología

Hace solo unos pocos siglos, la muerte solía ser un proceso natural: el cuerpo se rendía ante la enfermedad o un accidente y ahí acababa todo. Con el auge de la medicina industrializada moderna, especialmente en las últimas décadas, morir suele ir acompañado de intervenciones tecnológicas, que incluyen una amplia gama de medicamentos (quimioterapia, anticonvulsivos, analgésicos y muchos otros), operaciones, transfusiones, reanimación, desfibriladores, respiradores y sondas de alimentación. Un cuerpo que antes habría muerto ahora puede mantenerse funcionando durante días, semanas o incluso años, como si estuviese en un estado vegetativo persistente (Colby, 2006; Nuland, 1993).

La mayoría de aspectos de la intervención médica avanzada son más que bienvenidos. Por ejemplo, las personas ahora pueden recuperarse de infartos y llevar una vida normal durante años. Sin embargo, la medicina de alta tecnología ha creado un nuevo fenómeno: la prolongación de la vida en un entorno médico, a menudo en un hospital o residencia de ancianos bajo atención médica constante, sin estar apenas consciente y con una calidad de vida mucho más baja. Mientras que antes la gente moría en casa a medida que avanzaba la enfermedad, ahora su vida puede prolongarse con ayuda de intervenciones médicas. Algunos, viendo que esto le sucede a familiares o amigos y temiendo un resultado similar para ellos, ven la eutanasia como una alternativa, como una forma de tener una muerte digna.

Durante el mismo período en que la tecnología ha hecho posible la viabilidad extendida de las funciones corporales, se han eliminado algunas oportunidades para una muerte fácil. En la década de 1950, era fácil suicidarse con una sobredosis de pastillas para dormir, especialmente con barbitúricos, y de hecho había veces que esto sucedía accidentalmente. Marilyn Monroe, por ejemplo, fue la víctima más famosa. Los gobiernos y las compañías farmacéuticas retiraron del mercado gradualmente estos medicamentos, por lo que ahora es bastante difícil suicidarse por sobredosis de medicamentos de venta libre de cualquier tipo.

Otro factor para reducir las muertes por intento de suicidio son las mejoras en la respuesta de emergencia. La mayoría de las personas que sobreviven por intervenciones rápidas y efectivas no tienen intención de morir; por ejemplo, pueden haber sufrido un ataque al corazón pero pueden recuperarse y vivir muchos años o décadas más. Pero la respuesta de emergencia es otro factor que hace que ponerle fin a la vida sea más difícil.

Cualquiera que esté desesperado por morir tiene muchas opciones, como saltar de un edificio, saltar frente a un tren, usar un arma o ahorcarse. Ninguno de estos métodos es totalmente fiable. Las personas con movilidad limitada pueden tener dificultades para saltar delante de un tren o incluso por una ventana. Todos estos métodos pueden salir mal y provocar lesiones graves, exacerbando la agonía a la que querían poner fin con la muerte. Lo más importante, es que estos métodos son dolorosos para los demás, incluidos familiares, amigos y conductores de trenes. No cumple lo que se entiende por una muerte tranquila.

La muerte con dignidad parece ser cada vez menos común por dos razones convergentes: el rápido desarrollo de la tecnología para prolongar la vida bajo el control del sistema médico, y la eliminación de formas fáciles e indoloras de acabar con la propia vida.

Una respuesta a ello ha sido la eutanasia o suicidio asistido por un médico. Existen dos tipos de eutanasia: la encubierta y la evidente. Cuando la eutanasia es ilegal, todavía puede darse de forma encubierta (Magnusson, 2002). Por lo general, una persona con una enfermedad terminal pide ayuda a un médico para morir, o se lo insinúa, y el médico aumenta la administración de analgésicos u otros medicamentos sabiendo que probablemente eso acelere la muerte. A esto también se le denomina eutanasia lenta. En muchos países no siempre se apoya al hecho de que sea el médico el que tenga la intención principal de aliviar el sufrimiento. En algunos casos, la persona no está consciente o en sus plenas facultades para expresar su deseo de morir, pero los familiares o el médico juzgan que su sufrimiento es tan grande que acelerar la muerte está justificado.

En la eutanasia que es evidente, las decisiones y acciones para acabar con la vida se toman abiertamente. El paciente o los cuidadores deciden que la muerte es la opción más humana y proceden a poner fin a la vida, por ejemplo mediante una inyección letal. Esta opción es el foco principal del enorme debate actual sobre la eutanasia.

Solo en unas pocas partes del mundo se ha legalizado o tolerado oficialmente la eutanasia. En los Países Bajos, Bélgica y los estados de Oregón y Washington, las leyes permiten la eutanasia bajo supervisión médica en circunstancias estrictamente definidas. En Suiza, no se persigue el suicidio asistido. Además, es el único país en el que los extranjeros pueden obtener ayuda legalmente para suicidarse.

En todos estos lugares, los controles legales son muy estrictos. Sin embargo, los críticos argumentan que estas leyes dan lugar al abuso y que algunas muertes por eutanasia no cumplen con las condiciones legales establecidas.

3. Experimento de eutanasia en Australia

Australia, un país del tamaño de los Estados Unidos, con una población de 21 millones (menos que Texas), seis estados y dos territorios. Uno de los territorios es el Territorio del Norte, situado en la parte central y norte del país que dobla casi el tamaño de Texas, pero con una población de tan solo 200.000 habitantes, la mayoría de los cuales viven en Darwin, una ciudad en la costa norte de los trópicos.

En 1996, el Territorio del Norte se convirtió en el primer lugar del mundo donde se legalizó la eutanasia (Ryan y Kaye, 1996). La ley era estricta: se aplicaba solo a pacientes con enfermedades terminales y requería la aprobación de dos médicos y el examen de un psiquiatra. El único médico dispuesto a tomar la iniciativa en el proceso fue Philip Nitschke, quien tenía una larga historia como disidente, por ejemplo, hablando sobre los riesgos que tiene para la salud visitar buques de guerra nucleares estadounidenses.

Nitschke instaló un sistema informático que garantizaba que las personas tuvieran el máximo control sobre su muerte. Con una vía intravenosa colocada con una jeringuilla impulsada por el ordenador, el paciente tenía que responder varias preguntas planteadas en la pantalla, antes de que se inyectaran automáticamente en sus venas unas sustancias químicas que inducen la muerte. Una vez que el sistema estaba configurado, Nitschke pasaba a un segundo plano y la familia y los amigos se quedaban con el paciente, si este así lo deseaba.

El parlamento federal australiano anuló la ley del Territorio del Norte nueve meses después de que entrara en vigor. Solo cuatro personas habían podido morir utilizando las disposiciones de la ley (Kissane et al., 1998). La acción del parlamento federal se enfrentó a encuestas de opinión que mostraban que más del 75% de la población australiana estaba a favor de la eutanasia.

4. La salida

Nitschke cambió tras su experiencia con la ley del Territorio del Norte. Se desilusionó con conseguir el camino legal hacia la eutanasia después de ver lo fácil que era para un gobierno revertir las leyes. Además, aun haberse legalizado la eutanasia, esto tan solo era el principio de un proceso largo y restrictivo. Vio a personas en extremo sufrimiento a las que no se podía ayudar porque no cumplían los requisitos legales.

La experiencia del Territorio del Norte impulsó a Nitschke a seguir un camino diferente hacia la eutanasia: la tecnología. En vez de hacer presión para poder legalizar un proceso aún controlado por los médicos, Nitschke, que tenía experiencia en física experimental antes de convertirse en médico, comenzó una búsqueda para desarrollar formas en que las personas tuvieran un control total sobre sus propias muertes, para morir en paz y con dignidad, dónde y cuándo ellos eligieran (Nitschke y Stewart, 2005).

En Australia, es legal suicidarse pero es ilegal ayudar a alguien a suicidarse. De forma rutinaria, los médicos administran analgésicos que aceleran la muerte y, a veces, ofrecen a los pacientes información y medicamentos para morir, sin embargo, muy pocos están dispuestos a admitirlo debido a la posibilidad de ser acusados ​​de asesinato (Syme, 2008). En este contexto, Nitschke quería encontrar formas en que las personas, principalmente aquellas con enfermedades terminales con sufrimiento excesivo, pudieran elegir la muerte sin implicar a otros en el proceso.

Nitschke creó Exit International, una organización para encontrar una solución al problema. La mayoría de los miembros son ancianos que están interesados en tener una muerte tranquila. Los miembros de Exit incluyen ingenieros jubilados, químicos y otros perfiles con habilidades técnicas relevantes para encontrar formas de morir que cumplan las siguientes condiciones: permite una muerte pacífica; está bajo el control del paciente; y es razonablemente simple y barato. La labor de Exit es parte de una búsqueda internacional más amplia para encontrar o desarrollar tecnologías que ayuden a morir con dignidad (Ogden, 2001).

La mejor técnica descubierta hasta ahora es viajar a México, comprar pentobarbital, un barbitúrico comúnmente conocido por su nombre comercial Nembutal, en una tienda de suministros veterinarios, y tomar la dosis adecuada. La droga en sí es barata y el viaje de Australia a México no es demasiado caro. La muerte es rápida, fácil y confiable si se siguen las instrucciones.

Una opción aún más conveniente sería la capacidad de producir pentobarbital en un laboratorio doméstico utilizando productos químicos comúnmente disponibles y un equipo estándar. Sin embargo, hasta ahora los esfuerzos de Exit para lograr esto no han tenido éxito.

Otra técnica involucra lo que se llama una “bolsa de suicidio”. En una versión de esta técnica, se hace una bolsa un poco más grande que la cabeza, siguiendo unas instrucciones detalladas, con un cordón en la abertura. Se compra algún gas inerte, como el helio, y se coloca una boquilla de liberación controlada por el paciente. La muerte se logra abriendo la boquilla de gas inerte, inflando la bolsa, exhalando, bajando la bolsa sobre la cabeza y respirando profundamente, lo que rápidamente provoca la inconsciencia, seguida de la muerte minutos después. Se debe tener cuidado, por ejemplo, de no apretar demasiado la bolsa. Esta técnica es barata y el equipo no es demasiado complicado pero, aun así, puede ser un poco complicada, especialmente para aquellos que estén muy enfermos o discapacitados, lo que significa que no es del todo fiable. Además, la mayoría de las personas lo encuentran menos atractivo que el Nembutal.

Un enfoque más convencional es pedirle a tu médico una receta de barbitúricos o algún otro medicamento que te ayude a terminar con su vida. Sin embargo, algunos médicos son indiferentes o temen ser acusados ​​de cómplices. Por lo tanto, Nitschke recomienda que la forma en la que se piden estos medicamentos letales suene sincera. En lugar de pedir 100 mg de propoxifeno, que suena muy sospechoso, podría ser mejor decir: “¿podría tomar un poco de ese analgésico que mi amigo dijo que era tan bueno? Creo que empieza con una D”. Luego, el médico te proporcionará Darvon, que es el nombre comercial estadounidense con el que se conoce al propoxifeno. La obtención de herramientas para el suicidio mediante técnicas verbales podría decirse que es una forma de “ingeniería humana”, es decir, utilizar técnicas sociales para lograr objetivos, en este caso objetivos relacionados con la tecnología en forma de medicamentos.

Nitschke y otros miembros de Exit buscan constantemente mejor información sobre el uso de estas y otras técnicas. Por ejemplo, en lugar de construir la boquilla de la bolsa de salida por sí mismos, las personas ahora pueden comprar boquillas que se adaptan a los botes de helio disponibles en el mercado. Cuando los botes de helio dejaron de estar disponibles en Australia, Exit recomendó usar nitrógeno como alternativa.

Las actividades de Exit han llamado la atención, principalmente a través de historias en los medios sobre gente que ha puesto fin a sus vidas, a menudo con el consejo y la asistencia de Nitschke para obtener materiales. A medida que Exit ha desarrollado sus técnicas y difundido su mensaje, los opositores a la eutanasia en el gobierno australiano han intentado pararle los pies. El resultado ha sido una especie de juego o carrera, en el que cada lado trata de encontrar medios, tecnológicos o de otro tipo, para avanzar en sus objetivos.

5. Una lucha sociotécnica

La respuesta principal del gobierno australiano fue aprobar una ley que prohibía dar información sobre cómo suicidarse utilizando cualquier medio de comunicación electrónico, incluidos el teléfono e Internet. Esta es la ley más draconiana del mundo en contra de proporcionar información sobre cómo suicidarse. Por ejemplo, si alguien explica por teléfono cómo atar una cuerda para ahorcarse, en principio podría ser arrestado. En la práctica, estas conversaciones no son el objetivo de la ley, sino el de Exit.

Exit respondió poniendo su página web en los EE. UU., con su línea telefónica de ayuda en Nueva Zelanda y usando Skype para las llamadas para que así sean más difíciles de interceptar. Las telecomunicaciones baratas hacen que la censura de llamadas telefónicas y materiales de Internet sea poco práctica. El principal efecto de la ley, en lo que respecta a las telecomunicaciones, es una garantía de que el gobierno está actuando en contra de las actividades de Nitschke.

Nitschke organizó talleres para dar información sobre las opciones que existen para ponerle fin la vida (Fickling, 2004) en toda Australia, Nueva Zelanda y Gran Bretaña, y abrió talleres en Norteamérica en noviembre de 2009. Tras la aprobación de la ley de censura de información sobre suicidios en Australia, los talleres de Exit en Australia se llevaron a cabo en dos partes. La primera fue una reunión pública a la que cualquiera podía asistir y en la que Nitschke daba información general. Después de esta reunión, cualquier persona que quisiera quedarse debía convertirse en miembro de Exit y firmar un formulario de renuncia destinado a proteger a Exit de ser procesados por la ley. En la segunda parte del taller, solo para miembros, Nitschke ya ofrecía información más detallada, por ejemplo, sobre la compra de Nembutal y la construcción de una bolsa de suicidio.

Nitschke y su socia Fiona Stewart, socióloga de salud pública, escribieron un libro titulado The Peaceful Pill Handbook en el que dieron información detallada sobre cómo suicidarse (Nitschke y Stewart, 2006). Está disponible gratuitamente en la mayoría de los países, pero está prohibido por el gobierno australiano. Sin embargo, es fácil comprar una copia en Internet, directamente de Exit International, ya sea en copia impresa o en versión electrónica que incluya fotos y videoclips. En la práctica, la ley australiana no se aplica a las personas que compran copias, siempre que no hagan públicos estos datos. La prohibición afecta a las bibliotecas y limita la publicidad en Australia. Sin embargo, debido a que la prohibición no bloquea efectivamente el acceso al libro, podría considerarse una forma de política simbólica con la que el gobierno demuestra que está haciendo lo que puede contra Nitschke.

En 2008, el gobierno australiano anunció que planeaba introducir el filtrado obligatorio de Internet. La razón oficial fue bloquear el acceso a la pornografía infantil. Sin embargo, los críticos alegaron que un efecto secundario sería bloquear el acceso a muchos otros tipos de webs, incluso sobre la eutanasia.

La propuesta desencadenó una tormenta de oposiciones. Debido a que el filtrado se basaría en una lista de direcciones web, los críticos dijeron que no serviría de mucho en cuanto a la disponibilidad de pornografía infantil, ya que esta generalmente se distribuye a través de páginas web no publicadas, redes de contacto directo o de correo electrónico, que a veces está encriptado. Además, las páginas web que estaban bloqueadas por el sistema de filtrado debían permanecer en secreto, para que no se supiese lo que estaba siendo censurado.

La implementación de este sistema de filtrado colocaría a Australia entre un grupo selecto de países con censura web draconiana, incluidos Birmania, China, Irán y Arabia Saudita. La mayoría de los proveedores de servicios de Internet australianos se negaron a participar en el juicio planeado por el gobierno. Muchos grupos contra la censura se unieron a la campaña, encabezados por Electronic Frontiers Australia, cuyo número de miembros aumentó drásticamente debido a esta cuestión. El grupo de activistas en línea australiano GetUp montó una gran campaña contra el filtrado obligatorio.

El filtrado de Internet era una amenaza para las operaciones de Exit, pero también para muchos otros usuarios de Internet y, por ello, la campaña contra el filtrado movilizó a muchos simpatizantes. En efecto, el gobierno, al lanzar su red de censura (en este caso también su censura online) de forma tan amplia, incentivó la creación de una oposición masiva que sirvió para defender la presencia de Exit en Internet.

Otra herramienta utilizada por los miembros de Exit es la desobediencia civil. En 2002, Nancy Crick, de 69 años, tomó Nembutal y murió. Estaba rodeada de 21 familiares, amigos y simpatizantes que podrían haber sido acusados ​​de ayudarla a suicidarse y condenados a cadena perpetua según las leyes del estado de Queensland. El caso de Crick fue ampliamente conocido a través de un periódico de Internet en el que se escribió sobre su muerte inminente. Estaba muy claro: ninguno de los 21 fue acusado. Desde entonces, Exit estableció una red llamada “Amigos de Nancy” para ofrecer asesoramiento, apoyo y garantizar que nadie muriera solo (Nitschke y Stewart, 2005).

6. Investigación popular

La mayor parte de la investigación la realizan científicos profesionales que estudiaron ciencias en la universidad y, por lo general, fueron aprendices de científicos senior a través de investigaciones de doctorado. Las variaciones del modelo profesional estándar son inusuales y, por lo tanto, vale la pena señalarlas.

En las décadas de 1980 y 1990, después de la aparición del SIDA, muchos activistas estudiaron la enfermedad. Muchos de ellos tenían poca o ninguna formación científica previa, pero llegaron a ser tan expertos en los aspectos técnicos directamente relacionados con el SIDA que pudieron mantenerse firmes con los principales expertos en el campo y realizar intervenciones fiables en relación con las prioridades de investigación, los regímenes de tratamiento y el diseño de ensayos clínicos de medicamentos contra el SIDA. Este fue un ejemplo de personas no científicas que lograron una comprensión profunda sin convertirse en científicos practicantes (Epstein, 1996).

En Japón, en la década de 1970, se formaron equipos locales de ciudadanos, apoyados por algunos científicos, para investigar la causa de la enfermedad de Minamata. Investigaron la historia de la enfermedad, entrevistaron a los enfermos y tomaron medidas de las plantas, y pudieron identificar que la causa fue el envenenamiento por mercurio de la industria, mientras que grandes equipos de científicos con mucho dinero no lo hicieron (Ui, 1977).

Desde entonces, los investigadores ciudadanos han abordado muchos problemas, más comúnmente problemas ambientales locales (Community Research Network, 2009). No son científicos profesionales, pero a menudo tienen alguna formación científica, generalmente adquirida a través de estudios universitarios o experiencia práctica. Tienden a investigar cuestiones significativas a nivel local ignoradas por científicos profesionales, a veces porque la financiación de la industria no apoya la investigación que podría amenazar los intereses de la industria.

En algunos campos como la astronomía y la botánica, existe una larga tradición de participación de aficionados en la investigación. La tecnología de bajo costo y el fácil acceso a la información están haciendo posible que los aficionados hagan descubrimientos (Ferris, 2003).

La búsqueda de Exit de métodos para morir dignamente encaja en esta tradición de investigación amateur. Algunos miembros de Exit son científicos capacitados, pero no tienen experiencia específica en tecnologías al final de su vida útil. La investigación de Exit está muy enfocada, o incluso dirigida por objetivos. No se trata de un mero conocimiento.

La organización de investigación de Exit es análoga a la de muchos laboratorios de investigación. Hay un director de investigación, en este caso Nitschke, que en realidad es el que hace gran parte de la investigación, y tiene a diferentes investigadores bajo su supervisión. En lugar de mantenerse unido por el dinero y las carreras, como la ciencia convencional, la investigación de Exit está impulsada por el compromiso con una causa común.

La investigación de Exit, como otros esfuerzos tecnológicos, contiene dimensiones tanto técnicas como sociales. Incluye métodos de acceso a la tecnología existente, como la forma de identificar y comprar medicamentos como Nembutal. Contiene información sobre el uso de la tecnología, como cuánto Nembutal es letal y qué esperar al tomarlo. También contiene información sobre tecnología de construcción, como construir una bolsa de suicidio. Y además, cuenta con datos sobre política y derecho, por ejemplo, sobre cómo evitar ser acusado de asesinato por ayudar al suicidio.

7. Conclusión

La tecnología ha jugado un papel cada vez mayor en el tema de la eutanasia. Los avances en la tecnología médica han hecho que sea más probable que las etapas finales de la vida se extiendan y dependan de la intervención médica en formas que, para algunos, están repletas de sufrimiento físico y mental. Los avances paralelos en los cuidados paliativos han reducido el nivel de sufrimiento de muchos, incluso mediante la eutanasia lenta bajo la supervisión de profesionales médicos. Al mismo tiempo, las opciones tecnológicas para una muerte digna bajo un control propio están disponibles pero restringidas por gobiernos que se oponen a la eutanasia.

En respuesta a estos dilemas, se desarrolló en Australia un movimiento de autoayuda de base ciudadana, resultado de las experiencias de Philip Nitschke con el breve período de eutanasia legal en el Territorio del Norte, que condujo a la creación de Exit International y a la búsqueda de una píldora segura, es decir, una ayuda tecnológica autoadministrada para morir con dignidad.

La intervención del parlamento federal australiano para anular la ley de eutanasia del Territorio del Norte, sin darse cuenta, provocó que Nitschke siguiera una trayectoria hacia la autoayuda. Curiosamente, esto ha llevado a una creciente lucha tecnológica entre Exit y sus oponentes respaldados por el gobierno, en la que el gobierno australiano impone controles cada vez más estrictos sobre la información que Exit ha eludido mediante el uso de ciertas tecnologías de telecomunicaciones.

Los intentos del gobierno australiano de censurar Exit en realidad pueden tener el impacto de difundir más ampliamente información sobre la eutanasia casera. Las investigaciones de Exit se han vuelto cada vez más astutas sobre cómo eludir leyes severas, especialmente la censura. Esto ha hecho que Exit se aleje cada vez más de la vía legal impulsada por la mayoría de las organizaciones a favor de la eutanasia en Australia y otros países. Los que se oponen a la vía tecnológica se preocupan de que eliminar la supervisión legal o médica de la muerte pueda aumentar el riesgo de errores y abusos y reducir las perspectivas de reforma legal (Syme, 2008; Werth, 2001).

Exit está buscando información sobre métodos que utilizan materiales del día a día para permitir una muerte pacífica. Dado que una gran mayoría de personas en Australia y muchos otros países apoyan la eutanasia voluntaria, los avances de Exit tendrán una audiencia preparada y en expansión.

¿Cuál es el futuro de la eutanasia? Para resumirlo, es conveniente describir tres posibles opciones para el futuro. La opción 1 es la continuación de las leyes que prohíben la eutanasia, por lo que la mayoría de los casos permanecerán encubiertos, como ocurre actualmente. La opción 2 es la legalización, explícita o implícita, siguiendo los ejemplos de Holanda, Bélgica, Oregón, Washington y Suiza. La opción 3 es difundir unos conocimientos y habilidades para llevar a cabo técnicas sencillas para así asegurar una muerte tranquila y segura. Esta última es la opción de Exit.

El enfoque de Exit rechaza dos tipos de controles: los controles legales de la opción 1 y los controles médicos de la opción 2. Si el impulso por el acceso a la eutanasia se ve como un movimiento social (McInerney, 2000), entonces Exit puede estar actuando como “flanco radical” (Haines 1984): un enfoque visto como radical incluso por el movimiento pro-eutanasia. Como tal, puede proporcionar un mayor incentivo para la legalización o ofrecer unos mejores cuidados paliativos. O bien, dentro de los movimientos de autoayuda de diferentes campos, incluidos los movimientos de acceso y código abierto, la búsqueda de medios tecnológicos para una muerte pacífica y digna puede convertirse en el camino principal.

Agradecimientos

Agradezco a Jan Kent, Roger Magnusson, Philip Nitschke, Fiona Stewart, Rodney Syme, Geoff Turner y Nickolas Vakas por sus valiosos comentarios y sugerencias.

Referencias

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